El 16 de noviembre de 1876 la Academia de Historia aprueba el siguiente informe, sobre la Memoria enviada por D. Pedro de la Garza:

El 16 de noviembre de 1876 la Academia de Historia aprueba el siguiente informe, sobre la Memoria enviada por D. Pedro de la Garza: 

“El Coronel correspondiente Señor Don Pedro de la Garza ha presentado á nuestra Real Academia de la Historia la Memoria y láminas de antigüedades de Ávila que, de acuerdo de la Academia, pasa a manos de V. E. para que la Comisión de Antigüedades de la que V. E. es digno presidente, informe acerca de ellas lo que á la misma se ofrezca y parezca”.

“Dos asuntos principales trata la Memoria sobre las antigüedades de Ávila presentadas por nuestro Correspondiente D. Pedro de la Garza: en uno la descripción de las grandes figuras de animales que tanto llaman la atención del anticuario y del curioso en las calles de la ciudad; y otros ciertos monumentos megalíticos de que hasta ahora no se había dado noticia.

Detenida y digna de aprecio es las descripciones de los cinco monumentos de antiguas esculturas, llamadas en Ávila cochinos, y que los eruditos califican de toros, cerdos, rinocerontes o hipopótamos, sin poder venir a una conclusión definitiva, por empeñarse en  buscar en ellas los caracteres mas minuciosos que la Historia natural señala para tales seres, olvidándose de que en obras de semejante especie no se buscan sino los rasgos generales de la forma suficiente para desnotar el tipo á la primera ojeada. El mismo errado camino conduce al Sr. De la Garza á suponer esas esculturas, ó prehistóricas, ó de la Edad media, trayendo para ello el recuerdo de ciertas figuras de animales del tiempo de los árabes, cuya noticia, por otra parte, le debemos agradecer.

En cuanto á las piedras oscilantes que ha visto en Ávila y en el camino, será preciso examinarlas de nuevo antes de admitirlas en la categoría de monumentos. Las formaciones graníticas tienen natural tendencia a presentar figuras de esa clase, y aun mucho mas singulares, por la acción de la humedad y del hielo en las aristas de crucero, y pudieran muy bien ser piedras naturales lo que el Sr. de la Garza toma por obra de los hombres.

De todos modos, el trabajo es apreciable, y se deben dar expresivas gracias á su autor.

Madrid, 16 de noviembre de 1876.