El acueducto y otras antigüedades de Segovia
Andres Gómez de Somorrostro
Andres Gómez de Somorrostro, Canónigo de la santa iglesia catedral de dicha ciudad e individuo correspondiente de la Real Academia de la Historia. El acueducto y otras antigüedades de Segovia, Imprenta de Don Miguel de Burgos. Madrid, 1820.
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Lámina 4ª Parte 2ª Cap. 1º
Número 1 Figura entera de piedra Cardena que existe en la calle Real de Segovia
Número 2 Figura entera de piedra Cardena que existe en la calle Real de Segovia
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Parte Segunda
Capítulo I.- Hércules con el jabalí á los pies
1. Entre los diferentes restos de antigüedad, de que iremos tratando, después del acueducto, merece particular atención una figura de Hércules, con un jabalí colosal á sus pies, que se halla en la pared de la gran torre, que está en lo interior del convento de monjas de Santo Domingo, situado á poca distancia de la plaza principal de esta ciudad á la parte del Norte. Trata de él nuestro historiador (1); y persuadido á que Hércules fue el fundador de esta ciudad, intenta comprobarlo con estas palabras: “la noticia de esta fundación se ha continuado en escritores de autoridad y en la tradición constante de nuestros ciudadanos, reforzada con monumentos y fábricas que hasta hoy permanecen. Estas son una gran casa, ó fortaleza,al costado septentrional de la ciudad, que se nombró casa de Hércules por ser fundación suya, hasta los años de 1513 del nacimiento de J. C.,que entrando á habitarla monjas dominicas, comenzó á llamarse Santo Domingo el Real, como hoy se nombra: donde en una escalera, en la pared maestra de una fortísima torre se ve una estatua de Hércules sobre un puerco montes, en la figura y actitud “que aquí la estampamos.” Pone la figura, que también puso
- Colmenares, Historia de Segovia, cap. 1º § 5 en la portada de su Historia entre dos columnas, y coronada con este letrero en una tarjeta: HÉRCULES URBIS CONDITOR. Ambas estampas presentan á Hércules de; cuerpo entero, cabeza descubierta, pelo rizado, barba y vigote largos, y sin cortar, cuerpo desnudo, brazos y piernas fuertes y membrudas, con la clava levantada en las dos manos hacia el lado derecho, y en ademan de amenazar con ella: el pie derecho puesto sobre la cabeza y oreja izquierda del jabalí, y el izquierdo mas tendido, y con la pierna sobre el lomo de la feroz bestia. “Es de mas de medio relieve, y de piedra muy dura, que llamamos cárdena por su color: está tronzada la maza, desbocada la bestia, y gastados los perfiles de toda la escultura, señal de su mucha antigüedad en tan dura materia. Cuando faltára la autoridad de escritores, y la tradición de las edades, bastaba este solo monumento para asegurar que nuestra Segovia fue fundación de Hércules egipcio; y entre cuantas ciudades se glorían de ser fundadas por este gran príncipe, ninguna nos muestra comprobación tan auténtica, en da cual está relumbrando la misma religión dé Egipto, sobre que los griegos inventaron después tantas fábulas.”
2. No debemos detenernos, después de lo que se dijo tratando de la antigüedad del acueducto (1), en la averiguación de la fuerza que dan de sí estas reflexiones de nuestro historiador. Existe aun en el parage que señala el Hércules y el jabalí. En el año de 1802 le reconoció el señor Bosarte; y en su Viage artístico (2) le describe de esta manera: “Entrando en el convento, y subiendo la escalera principal del patio, á los últimos peldaños para desembarcar en la galería alta, se ve á mano derecha que sale de la pared la cabeza de un jabalí colosal: sus formas fueron buenas, aunque ya muy destruidas y gastadas: el sitio de los ojos y de las orejas se conoce muy bien, el hocico está desbaratado: por la frente, con dirección al hocico, le baja una correa, que se distingue todavía con certeza. Conserva aun los colmillos, rebajados de relieve, contra la quijada superior; su materia es piedra berroqueña muy dura; y el sólido, según se puede tantear á la vista, podrá ser de cinco á seis arrobas de peso. El animal se presenta vivo, no muerto, como lo figura la estampa que pone el señor Colmenares.
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Aunque por sola su cabeza.no podemos juzgar si su actitud es estar parado, de pie quieto, ó andando; pero la correa demuestra ciertamente que no estaba en su libertad natural en el bosque, sino con algún fresno, ó algún adorno, que ya no podemos juzgar enteramente. Sobre la cabeza del puerco en la misma pared, á poca distancia, hay un relieve de figura humana, que á la vista será como de dos cuartas: su diseño es de la última imbecilidad del arte, de manera que el gótico mas gótico no es peor. Le han dado una mano de almagre, no se sabe cuándo, con cuya operación no se sabe ya qué especie de piedra es. El puerco conserva el color natural de la piedra. Si la figurilla tuvo algun instrumeuto en las manos, ya no puede saberse cuál sería.
3. Para cerciorarme de la exactitud de estas dos tan diversas relaciones sobre este objeto de curiosidad y antigüedad bien remota, procuré proporcionar la vista ocular, acompañado de algunos señores inteligentes; y habiéndose presentado en ello varias dificultades por parte de las religiosas, que justamente lo repugnaron, y yo quedé convencido de que lo hacían con causas muy poderosas, hube de valerme de ellas mismas, para tomar sobre ello las noticias mas exactas. Se prestó á dármelas la señora Priora, religiosa muy atenta y despejada, y en carta de 20 de Julio de 1817 me dice lo siguiente: “En contestación á lo que vm. me pregunta en la adjunta, debo decirle: que por cuanto el sitio donde están las figuras de que me habla se ha blanqueado muchas veces, y solo dejan libres las dichas figuras, ocultando con el yeso todo lo demás, no puedo dar razón de la altura de la piedra en que está Hércules y es como se sigue lo que se deja ver. En la escalera principal de este convento, que llamamos nosotras la escalena de piedra, porque es de piedra cárdena, al segundo tramo de ella, á mano derecha según se sube, le coge una fachada del torreón, cuya pared tiene de grueso vara y media, en la que se deja ver una cabeza de jabalí, que tiene de círculo por lo mas grueso dos varas y media: es de piedra cárdena. Toda la dicha cabeza sobresale de la pared, y aun se dejan ver por debajo parte del pecho, y hombros del jabalí; lo demás está embutido en la pared, que lo menos será una vara. Sobre dicha cabeza del jabalí hay una figura de hombre que parece soldado, de la misma especie de piedra que el jabalí: tiene de alto vara y media. Está grabada en una piedra, que forma la pared sobre el, pescuezo del jabalí: no se puede distinguir si es: todo una pieza, quiero decir, si la piedra que forma el jabalí es la misma en que está grabado el soldado. Este tiene el pie izquierdo sobre el testuz del jabalí, y el derecho en el are: la rodilla izquierda la tiene un poco doblada, como que descansa sobre el jabalí: la derecha está estendida. Está en ademan de tener en el hombro derecho una cosa de mucho peso, porque la sostiene con las dos manos: no sé lo que era, porque está quebrada: dicen era una maza. Esto es lo que podemos ver; porque si hay otra cosa, está oculta con el material del blanqueo de las piedras de la escalera. Todo está bastante desfigurado, á causa sin duda de los golpes que ha sufrido. El jabalí tiene desmoronado el hocico: el soldado está sin narices, y parte de la barba. También le falta la mano derecha: se conoce salió con la maza cuando se la rompieron, y la punta del pie derecho. Es cuanto puedo decir á vm. en el particular. Mande vm. cosa que esté en mi mano, segura de que desea servirle su mas af. q. s. m. b. Soror Francisca Ubon, Priora.” Después de recibida esta carta, para asegurarme de algunas dudas que me ocurrieron, acudí de nuevo á la señora Priora, y la presenté un dibujo de frente, como el que pone el señor Colmenares, y otro de perfil correspondiente al de frente, para que me dijese si era conforme á lo que habia en la pared del torreón, y me respondió “que no estaba conforme el dibujo,” Al mismo tiempo me informó “que la mano quebrada era la derecha, y estaba mas baja que la izquierda: que la maza descansaba sobre el hombro; que habia hecho una raspadura junto á la pantorrilla derecha, y parece que es la misma piedra en que está grabada la efigie: que entre los dos muslos sobresale una porción de piedra en que parece está apoyando la efigie, y desde aquí hasta la cabeza del jabalí hay un rebajo de dedo y medio en la piedra, que parece labrada de distinto modo, y creía era mampostería, lo que no era fácil arañar porque la argamasa es tan dura como la piedra. El jabalí no tiene colmillos, y sí la boca muy cerrada, y solapada la quijada de arriba á la de abajo. Tiene las orejas cortadas, y el hocico muy romo. El hombre es muy podenco, mas gordo que alto á proporción, carifancho: tiene como calzados los pies con unas á manera de medias botas hasta la canilla, la cabeza inclinada, y con la vista amenazando al jabalí.” No contento yo con estas respuestas de la señora Priora, hice formar diferentes dibujos, hasta que se la presentó el que demuestra de frente y de perfil este antiquísimo grupo, de la manera que manifiesta el Hércules con el jabalí á sus pies, y aseguró que estaba hecha con la mayor exactitud y propiedad: de que resulta, que ni en la pintura que ofrece nuestro historiador el señor Colmenares, ni en la descripción que hace el señor Bosarte hay toda la diligencia que manifiesta la señora Priora en sus escritos acerca de esto, y á cuya narración debemos estar con preferencia á la de dichos señores; porque ni uno ni otro pudieron reconocerle con la prolijidad y diligencia que lo ha hecho esta religiosa, que no contenta con lo que habia dicho, se tomó la impertinencia de modelar en yeso todo el grupo, y por este modelo, que dijo era exactísimo, se ha sacado el dibujo de que se presenta lámina (1).
4. Para discurrir sobre estas figuras debemos suponer que ellas son antiquísimas: que se han gastado mucho sus primeras formas; y que aunque no sean esculturas bien acabadas, dan bastante á conocer lo que se pretendió representar. Su misma falta de perfección es un indicio manifiesto de que pertenece á los siglos mas remotos, en los que aun no se habían en España perfeccionado las artes. También está muy claro en este relieve que cuando se formó se quiso figurar á Hércules; porque á ninguno otro de los héroes fabulosos se le ponen los atributos del jabalí á los pies, de los brazos levantados hacia el hombro con la gran maza ó clava en ademan de descargar sobre la fiera el golpe, con que triunfó de ella; y la postura de la cabeza, y vista inclinada á la fiera, indican bastante que la figura del hombre se hizo á propósito para colocarla sobre el jabalí, en el que se quiso significar aquel triunfo ó suceso, que se atribuye á Hércules del jabalí Erimanteo: así que me parece que todo este grupo fue un monumento que se levantó á Hércules en el tiempo en que se le tributaron adoraciones en Segovia; á no ser que se quisiese representar el triunfo de Meleagro, dando muerte al fiero jabalí de Calidonia.
- Vease el apéndice núm. II
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El testimonio de su figura con él jabalí á los pies, que hay én nuestra ciudad, es una inscripción indisputable, y que no está espuesta á diferentes interpretaciones. El monumento se dedicó á Hércules; y por mas que el señor Bosarte pretenda desfigurarle, es innegable que todo está indicando que aquellas dos figuras representan uno de los triunfos del héroe: pudo estar rodando algún tiempo este grupo en las cercanías del lugar que ahora ocupa; pero la figura superior, sus brazos y manos, asidas de la clava, su cabeza y vista inclinada á la cabeza de la fiera, por mas irregulares y bastas que sean sus formas, no pueden dirigirse á otro objeto que á la victoria del héroe. En la misma torre, y en otras paredes que aun se conservan en el convento de Santo Domingo el Real, se advierte una antigüedad por lo menos de la edad romana. Antes pudo estar el grupo colocado en algún adoratorio dedicado á Hércules, y al tiempo de formarse la fortaleza le pusieron allí ó para memoria de su antiguo templo en aquel lugar, ó para que se le mirase como á dios tutelar de aquella torre fuerte. La colocación de las piedras en algunas paredes que aun subsisten, y la argamasa impenetrable y durísima de que está formada la pared del torreón, donde están embutidas las dos figuras; la misma forma de la fortaleza en lo interior, con la escalera para subir á lo alto, presentan mas antigüedad que la de los siglos medios, en que se repobló Segovia; y aunque la torre tiene una ventana, que parece del gusto de la arquitectura que se llama gótica, ó árabe, se conoce en ella que es cosa hecha mucho después que la grande torre.
7. Estas observaciones nos abren camino para conjeturar (pues á falta de otras pruebas que no existen, no hay lugar sino á conjeturas) que las esculturas del hombre con el jabalí á los pies son anteriores á la construcción de la torré; y siendo esta romana, y muy antigua, precedió á esta época, á lo menos en algún periodo anterior á la formación de la fortaleza, la de los dos monumentos de que tratamos; por lo que, y no habiendo motivo que me persuada otra cosa, presumo, que el culto que se dio en Segovia á Hércules fue anterior á la dominación romana, y que entonces se hizo la dedicación de este monumento á la fabulosa deidad. Son también conjeturas plausibles del culto de Hércules en Segovia las noticias que da nuestro historiador Colmenares de las estatuas que hubo en los nichos del pilar mas alto del acueducto, y de que se ha tratado en otra parte; y me parece que las razones que alega el señor Basarte para persuadir que aquel grupo de escultura no representa á Hércules, no tienen bastante peso para separarme del modo de pensar de nuestro historiador, que le tuvo por representación del héroe fabuloso. “Por lo que hace, al pretenso Hércules de Colmenares (dice el señor Bosarte), cada uno puede juzgar como le parezca, supuesto que le falta todo atributo para poder conocerlo.” En esto no hay que buscar señales evidentes de que fue y es Hércules; pues entonces no habria dudas; y para un ánimo despreocupado, que advierta bien su postura, ademan, formas, y lo demás que presentan las dos figuras, no deben quedar recelos de que fue Hércules, con el jabalí muerto á sus pies: sería rarísimo, aunque no me opongo á la posibilidad de poder hallar alguno. Rarísimo es por cierto este grupo que hay en el torreón de Segovia, y el único que tal vez se encuentre de su clase en toda la nación. E1 puerco colosal, que se supone muerto á los pies de este Hércules, no está muerto, como lo supone falsamente la estampa de Colmenares, sino vivo y adornado, como se ha dicho. La estampa ya se ha visto que no es exacta; y el grupo no presenta el jabalí vivo, ni muerto, pues está de manera por su antigüedad, que no se puede distinguir bien, si se representa de un modo ó de otro: pero supongamos que estaba vivo, y que así le representa la estampa, no muerto, ¿se inferirá de aquí que presentándole vivo ó muerto no pudo recordar la hazaña atribuida á Hércules, cuando esta representación se hizo en una edad, en que no se habia llegado á la mayor perfección en la escultura, ó el escultor solo intentó representar en aquellas piedras lo que se le pedia, sin entrar en estas menudencias, que aun en los siglos mas cultos se suelen olvidar por los artistas en alguna ocasión? Fácil es hacer una reflexión: si estaba ya herido y muerto el jabalí, ¿á qué fin tenia Hércules los brazos levantados como para descargarle un golpe con la clava? Lo natural era figurarle reposando sobre la clava, extinguida ya aquella fiera, y cumplida una de las hazañas del héroe. Esto era lo natural, si el escultor hubiera puesto en estos dos cuerpos el jabalí muerto, y el héroe ya triunfante: pero quiso figurarlo en el punto de conseguir el triunfo, ó descargar el golpe, en ademan de mirar á la fiera, y lidiar con ella, y un momento antes de matarla; en este punto de vista es en el que se manifiesta la acción gloriosa del héroe; y así la escogió oportunamente el artista. Cierto es que hay algún adorno de correa ó faja sobre el testuz del jabalí, aunque nada dice la relación de la señora Priora; pero se ve claramente en el modelo de yeso, y no debe atribuirse esto mas que á uno de los muchos adornos con que en la antigüedad se esculpian estos y otros animales, que ó se destinaban á los sacrificios, ó se preparaban para las diversiones públicas de los juegos circenses. He escrito estas reflexiones sobre loque dice el señor Bosarte, solo con el deseo de que algún anticuario no se deje persuadir del modo de pensar de dicho señor, y discurra por sí mismo sobre un objeto digno de la atención de los investigadores de monumentos tan singulares como éste, que pertenecen á los tiempos mas remotos.
8. No es este el único jabalí que se encuentra en esta ciudad: hay otro en la calle Real, bajando de la plaza, junto á una confitería á mano derecha. Es de piedra berroqueña, de cuerpo entero, en forma y escultura muy bastas y muy antiguas. Sobre el brazuelo derecho y el lomo se descubre todavía una especie de faja ó cinta. Le faltan los pies y los brazos desde el vientre abajo. Su largo es seis pies y medio, su grueso pie y medio: le citan Colmenares y el señor Bosarte, y está en el mismo parage que estaba en tiempo del señor Colmenares. No tiene letras, ni indicio alguno que pueda darnos luz para averiguar su antigüedad, y motivo de su construcción. Tampoco se distingue bien si es jabalí montes, ó animal doméstico; pero puede representar uno y otro. De la misma piedra y figura hay otro en la villa de Coca, en esta provincia, á siete leguas de aquí. Tiene cinco pies de largo, dos de grueso y mas de altura. En él se advierten algunas letras romanas, cinceladas en el lado derecho. Solo se perciben con claridad estas dos, bien grandes y legibles P. C. que pueden significar alguna dedicación del pueblo de Coca, admitiendo este sentido Populas Caucensis. En varias partes dentro y fuera de la ciudad de Avila se conservan diferentes bultos informes como los de Segovia, y parece representar algunos la figura de puercos ó jabalíes. Otro bulto como los puercos, ó elefantes de Avila se halla á una legua de dicha ciudad en el despoblado de la Fresneda, y otro dice el señor Bosarte que hay en Arévalo, en casa del señor conde de Valdelaguila de mármol pulimentado. Sea lo que quiera, no es dudable (1), que son monumentos de la mas remota antigüedad, y que es muy difícil dar una explicación de estos bultos, y de su objeto, que llene los deseos, y curiosidad de todos. Procuraré reunir las ideas que sobre ellos ofrecen nuestros anticuarios.
9. Suponiendo á estos bultos como fieras, pueden considerarse como recuerdos de uno de los triunfos de Hércules, cuyo culto se vio muy propagado en España; ó como víctimas destinadas á perpetuar la memoria de alguna alianza hecha con los ejércitos de naciones enemigas ó comarcanas. También pueden mirarse como trofeos levantados para significar la memoria de algún triunfo conseguido por los ejércitos de los celtíveros; y también pudieron erigirse para recuerdo de algunos juegos circenses, en los que se hubieron de ofrecer en espectáculo, la lucha de estas fieras. Si se pretende
- Señor Ponz, Viage de Esp., tom. 12, pág. 321
que eran animales domésticos, debemos mirarlos como víctimas destinadas á los sacrificios ofrecidos á las divinidades gentílicas, y también como señal de la dominación romana en los pueblos en que se ven estos animales figurados en piedras como los de nuestra ciudad. En la primera significación de ser memoria de Hércules triunfante de esta fiera, nada es necesario añadir á lo que ya se ha espuesto sobre este particular.
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Porque como observa el P. Maestro Florez en su erudita obra de las Medallas de España, tratando de una de Clunia, el jabalí era insignia militar de los españoles celtíberos; y se puede añadir que servía á la caballería, pues se ve un soldado de á caballo armado de morrión; y se hace mas persuasible trayendo á la memoria la práctica de, los romanos antiguos, que entre los signos militares traían la figura del lobo, del minotauro y del jabalí, como refiere Plinio, lib. 10, cap. 4; y en vista „de hallarse aquella insignia entre las de los romanos antiguos, esto es, antes del segundo consulado de Gayo Mario, segun Plinio, año 649 de Roma, 105 años antes de Cristo, no podemos estrañar verla como estandarte de españoles, ó bien porque estos la tomasen de los romanos después de alaguna alianza, ó porque la tuviesen de suyo. Después, digo, de alguna alianza; pues según Festo el motivo de tener los romanos la figura del cerdo entre las insignias militares, fue porque concluida la guerra con algunas gentes, se firmaba la paz con el sacrificio de una puerca. Podian también tenerla de suyo los españoles en obsequio de Hércules, en memori a del jabalí Erimanteo, que mató aquel héroe en Erimanto, monte de la Arcadia; lo que puede comprobarse con la figura de Hércules con la clava sobre el jabalí, que pone Colmenares en su Historia de Segovia. Sirven estas reflexiones del P. Florez para no despreciar la idea de que estos jabalíes de piedra pudieron levantarse en celebridad de alguna victoria conseguida por los guerreros de estos pueblos, en que se hallan estas figuras, que tal vez las llevarian dibujadas en sus estandartes. Monumentos de esta clase siempre se forman con algún motivo muy singular, y con el designio de que sean en las generaciones sucesivas recuerdos que presenten algún hecho digno de memoria, ó algún acontecimiento público de mucha consideración. El señor Erro en su Alfabeto primitivo coloca entre otras una moneda de Clunia, en que se ve la figura del jabalí en un estandarte de la caballeria: la inscripcion de la moneda está en letras antiguas que no son romanas.
12. Pudieron también erigirse para señalar la celebridad de algunos juegos circenses dados por los Ediles de Segoviá á sus habitantes, y á los pueblos comarcanos, en los que se presentaría en espectáculo la lucha de los jabalíes, fieras que abundaban en los montes Carpentanos, en los que aun se conservan animales de esta especie, y se hallan en los bosques de Valsaín y San Ildefenso; y así se podrían con facilidad ofrecer en los públicos espectáculos. Se marcaban algunas veces estos famosos juegos, grabando en medallas la figura de las fieras presentadas en la arena, con los nombres de los que divertían y obsequiaban á los pueblos, como observa juiciosamente el padre Florez, y erigiendo otros monumentos que transmitiesen á la posteridad tales divertimientos, También pueden denotar algunas fiestas celebradas en honor de Ceres, en las que se ofrecía á esta diosa de los campos una cerda, como escribe Ovidio en el lib. 4.0 de los fastos. Sabemos por Varron (1) que en los misterios de Ceres, en las alianzas, en los tratados de paces, y en las bodas de los antiguos poderosos se sacrificaban puercos. Esta fue costumbre de los antiguos latinos, de los etruscos, y de los griegos de Italia. Un puerco fajado, ó con algún adorno en la cabeza puede denotar que iba desdeñado al sacrificio. Que Ceres tuviese culto público en España no es dudable; pues aunque no hubiera quedado otra memoria que la inscripción de Medellin, bastaba para convencerlo; y que la costumbre de sacrificar puercos en España viniese con la superstición pagana, no se puede prudentemente dudar. ¿Pues qué otra cosa puede significar la escultura de un puerco vivo, quieto ó parado, y con algún adorno mas bien que una víctima? La ocasión y el poder influyen en el tamaño de las obras. Por este principio la escultura del jabalí colosal que hay encajado en la pared de la torre, pudo defender de una ocasión y motivo grande, como sería el de una alianza importante entre los arevacos y otros pueblos; ó las bodas de algunos consortes poderosos, quienes quisiesen dejar esta señal de su esplendor para la eternidad de las cosas,
- Libro 2º de Re rústica. Vease al señor Bosarte en la pág. 34 y siguientes de su viage á Segovia
según la frase que á otro propósito usa Plinio: “En los misterios de Ceres desde luego se sacrificaban puercos, como advierte Varron, acaso por aquella razón que ya apuntó Macrobio al lib. 1.° de los Saturnales. En suma el bulto de piedra de un jabalí como los que hay en Segovia pueden significar el animal como destinado á víctima en sacrificio á Jupiter Stator, ó á Ceres, ó á otra deidad por cualquiera de los motivos que los gentiles sacrificaban los puercos. Pero que hayan estado siempre solitarios, y no delante de alguna ara, no lo admitiríamos fácilmente, aunque se hallen sueltos en las ruinas de varios pueblos, y sin la ara á que pertenecieron.” Admito gustoso las ideas del señor Bosarte, porque pueden ilustrar este asunto, que en realidad es muy obscuro. También se ofrecían estos animales en sacrificios á Isis, deidad de los egipcios, de lo que hay muchas pruebas, y entre otras se puede citar la antiquísima escultura que vio el señor Ponz en la casa de campo del ingles conde de Peninbroke, situada en las llanuras de Salisburi, que representaba un sacerdote con bonete frigio sacrificando un puerco á Isis (1) , cuyo culto estaba en España tan estendido como el de Hércules.
13. Era memorable entre los romanos el símbolo de puerco, ó cerda (2), desde que se le apareció á Eneas en la conformidad que refiere Virgilio en su poema lib. 8°, v. 43 y 82. El héroe se sorprende al mirarla rodeada de sus hijuelos, y considerando aquel encuentro con imaginación religiosa la ofreció en sacrificio á la gran Juno para aplacar sus iras y venganzas según dice el poeta.
En la verde ribera sé presenta
La blanca cerda y sus hijuelos blancos
Que el pió Eneas á tí, ó potente Juno,
Y ante tus aras religioso ofrece
En el sencillo altar que te consagra (3)
- Viage fuera de España, tomo Iº, carta 2ª, núm. 36. Tambien se halló en las excavaciones de Duraton pintando en mármoles un sacerdote gentil sacrificando un jabalí
- Florez sobre una medalla de Obulco, tomo 2º
- Viridique in litore conspicitur sus,
Quam pius Æneas tibi enim, tibi máxima Juno
Mactat sacra ferens, et cum grege sistit ad aram.
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Antonino Pió la grabó en una moneda, al modo que figuraban la loba para denotar el origen de los romanos. El emperador Adriano, después de reedificar á Jerusalen, mandó esculpir sobre una puerta de la ciudad la figura de una puerca, denotando por aquel símbolo, que los judíos estaban ya sujetos bajo la potestad de los romanos, según espresa San Gerónimo sobre el Cronicón de Eusebio (1). Era, pues, la figura de un cerdo, señal de la jurisdicción y poder de Roma sobre los pueblos que habian subyugado y sometido á su imperio, y bajo de este aspecto pueden considerarse también los puercos que desde los mas remotos tiempos se ven representados en grandes piedras en Segovia, Coca, Avila y otros pueblos. Aunque no hay en estas conjeturas toda la seguridad que apetecemos, debemos espresar cuanto hemos recogido sobre este punto tan obscuro, para que el aficionado á la antigüedad pueda por sí mismo formar con nuevo estudio ideas que le pongan en un punto de vista mas claro y luminoso.
CAPITULO II.- Toro en la calle Real.
14 Está cerca del jabalí á distancia de pocos pasos, caminando hacia San Martin. Es un gran bulto de piedra berroqueña: tiene ocho pies de largo, dos pies y medio de grueso, y tres de altura, faltándole desde la rodilla abajo. Llega con el vientre al piso de la calle, en la que está empotrado. Su antigüedad es remotísima, pues no se le conocen las formas: la cabeza es pequeña, el cuello muy grueso, y el cuerpo todo colosal. Aun conserva algunos indicios del lugar donde estuvieron los ojos, las orejas y las astas. No se nota en su pescuezo haber tenido cosa alguna que indicase la crin de los caballos (2). Tampoco hay señal alguna de letras, ni inscripciones. Es de una sola pieza de piedra; y sin duda estuvo en lo antiguo colocada en la parte alta de la población: no tiene fajas ni adornos, ni otra señal alguna, como las que tiene el jabalí
- Ad. ann. XX Adriani
- El señor Colmenares le llama toro, en la pág. 477, cap. 38 § 6º
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que está cerca de él. Le falta también el nacimiento, ó señal que lo indique de la cola. El señor Bosarte creyó que era figura de un caballo, porque le falta esta particularidad: pero como no debemos exigir en tales esculturas antiquísimas toda la exactitud que se les daría ahora, y como lo demás nada tiene que se parezca á caballo, es preferible el modo de discurrir de nuestro historiador Colmenares, que le tuvo por toro; y el defecto de las vertebras que echa menos el señor Bosarte, también lo es, aunque hubiera sido caballo, pues debia tenerlas para indicar su cola.
15. Otro toro hay de la misma piedra berroqueña y figüra que el anterior, empotrado en la pared de la huerta de Capuchinos, bajando desde el hospital al convento de Santa Cruz, contiguo á la puerta de la huerta, á mano derecha. Se colocó allí en el año de 1689, según dice Colmenares en las adiciones de su puño, que puso á su historia impresa, y se conserva en el archivo de la catedral. Aunque no se descubre mas que la parte posterior, parece que fue toro ó becerro; lo que asegura el señor Colmenares, que le vio antes de colocarle allí, y lo indican las vertebras de la cola. Es mas pequeño que el de la calle Real, aunque no hay demasiada diferencia de uno á otro.
16. Son antiquísimas estas figuras de toro, que hay en esta ciudad, como lo son cuantas se ven en varios pueblos de España. Gil González en la explicación que hace del toro de piedra que hay junto al puente de Salamancav refiere hasta sesenta y tres. Esta declaración, es un tratadito M. S. breve, dedicado por el autor al licenciado Gil Ramirez de Arellano, oidor de la real chanchillería de Valladolid, su fecha en Salamanca á 5 de agosto de 1598, y entre, otras cosas; notables á nuestro propósito, dice lo siguiente: “de aquí venimos á encender la razón de haber puesto los romanos en la puente de Salamanca la figura del toro, como la pusieron en otras partes junto á los ríos (habia dicho antes que el toro significa al rio por las vueltas de sus cuernos, y por el bramido que es temeroso como el ruido de las aguas) en veneración suya, y tambien se entenderá la causa, porque en la victoria de Cesar en España quisieron poner su memoria en los que hoy día se ven, y se dicen los toros de Guisando, los cuales figuraban los rios mas principales de España , y de ellos mas conocidos y famosos.” Prosigue después, y hace otra esplicacion que es la siguiente: “Lo que a mi me parece
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se ha puesto mas cerca del blanco de la verdad es decir que todos los torillos, de que hoy dia se tiene noticia, no signifiquen mas que una memoria que Hércules dejó y sus compañeros en todas aquellas partes donde fundaron ciudades, ó adonde dejaron alagunas cosas notables, dignas de vivir en memoria, por haber sido él y ellos adoradores de un Dios, á quien los egipcios veneraban debajo de esta sombra de buey ó toro: lo cual claro se manifiesta por la que diversos autores enseñan , que dan larga noticia de las cosas de esta nación. Una de las vanidades de los egipcios, y entre sus idolatrías la mas válida, famosa y tenida por la mas célebre, fue tener por dios á Osiris é Isis, su muger, reyes que fueron de aquella región, ofreciéndoles como á dioses sacrificios y víctimas: de la cual da la razón Vincencio Cartaro diciendoadoran en Egipto un buey en lugar de Osiris, por haber enseñado á las gentes de aquella región muchas artes, y en particular la agricultura y labranza de los campos. Mas adelante en el mismo libro dice: fíue adorado el buey de los egipcios, por haberlo así ordenado Osiris y Isis su muger, pareciéndoles que este animal lo mereciese mas que otro ninguno por la utilidad grande que los hombres sacan de la cultivación de la tierra, que mediante este animal se cultiva y labra.” Continúa Gil González ampliando esta idea con la autoridad de Plutarco en su tratado de Osiride et Iside, Solino, y de otros escritores modernos, y con los pasages de la adoración del becerro, que hicieron los israelitas en el desierto, y pretende probar, que el culto de Apis, Serapis y Osiris, que todos son nombres de uña misma falsa deidad, significada en los toros, fue introducido por Hércules cuando estuvo en España, y principalmente en los pueblos donde se hallan estos torillos de piedra. Ya conocen los sabios que todo esto es fabuloso, y que no vino el esforzado y valiente Hércules á nuestra España; y así cae todo el argumento de Gil González, tomado de la venida de Hércules; pero como se introdujo entre nosotros el culto de las divinidades egipcias por los fenicios, y aun del mismo Hércules, no hay tanta inverosimilitud en admitir que estos toros significasen algunos objetos de idolatría, que se tributó en España á Osiris y á Isis. Se propone el autor algunas dificultades, á las que procura responder, y entre otras ofrece la memoria de un descubrimiento que en el año de MDLXXX se verificó en el reino de Galicia, en el lugar de Avedes, en el condado de Monte-rey; haciendo una fortificación debajo de tierra se descubrió un aposento labrado á la romana, de quince pies de largo y doce de ancho, y en medio estaba,una columna, y encima de ella un torillo de bronce, el cual tiene el Conde en su recámara, y la piedra está en el patio de su palacio de Monterey con la inscripción siguiente:
………. P. R.
C. MAXI. MAXI.
V. LEG.
VE. C. P. E.
V. S. L. M.
que quiere decir....... “Pueblo romano, Cayo Máximo, Máximo, de la quinta legión, veterano, hijo de Cayo Publio, viviendo estableció el lugar de su monumento.” De aquí infiere el señor Gil González, que el toro se ponia sobre los sepulcros, y que el buey es símbolo del reposo, y que por eso se hallan tantas cabezas de buey puestas por adorno en el sepulcro del emperador Adriano, para dar á entender que solo en la sepultura se halla el descanso y el sosiego. Yo no puedo convenir en esta interpretación, que da á la inscripción referida, ni hasta ahora, se ha reconocido por los anticuarios que los sepulcros se erigiesen por los romanos bajo la forma que presenta la columna, y el buey puesto encima, que se halló cerca de Monte-rey, y que se colocasen los muertos dentro de las habitaciones. La inscripción es una dedicación á la deidad significada por el toro, y se lee con facilidad en la forma siguiente. Las dos letras P.R. no se pueden interpretar pueblo romano; porque cuando se hacia mención de él, era regularmente bajo esta forma S. P. Q. R. El senado y pueblo romano. Lo demas quiere decir: Cayo Máximo, Máximo soldado de la legión quinta, hijo de Cayo Publio, cumplió el voto de buena voluntad: Votum solvit libens merito; y así desaparece la idea del sepulcro de Cayo Máximo. Añade algunas reflexiones sobre los sepulcros, y concluye diciendo: que los toros se ofrecían á Júpiter y á Hércules, que fue el fundador de los pueblos donde se hallan; y al fin se pone la memoria de las ciudades y lugares donde se hallan estos torillos y el número de ellos: Ávila 22, …Villatoro, tierra de Avila 4, Guisando 5,…. en el Berraco, tierra de Avila 2, en Bonilla de la Sierra, tierra de Avila 1, en San Juan de la Torre, tierra de Avila 1, en Muñana, tierra de Avila, 1, en los Lázaros, tierra de Avila 1, en Moñocas, tierra de Avila 1, en Flor de Rosa, tierra de Avila 1, en Santo Domingo, tierra de Avila 1, en los Yezgos, tierra de Avila, 1, en Mingorría, tierra de Avila 1, …, en la Serna del obispo, tierra de Avila 4. Este catálogo de los diferentes toros que había en 1598, es el que puso Gil González en su declaración de la antigüedad del toro de piedra del puente de Salamanca: en el día acaso habrán desaparecido algunos; pero los de Segovia se conservan: no es fácil atinar con la causa de hallarse tantos en la ciudad de Avila y su tierra, en la que hay 41 torillos de los 63 que forman el catálogo. El estracto que acabo de hacer del tratadito de Gil González no será desagradable á los eruditos, ya por lo que puede contribuir á la explicación de los toros de piedra que hay en Segovia y en otros parages, ya porque es un libro que no se ha impreso, y es dificil hallarse M. S, (1). Son entre estas figuras muy particulares las de los toros de Guisando, que aun se conservan, caminando desde San Martín de Valdeiglesias al monasterio de PP. Gerónimos, pasando un riachuelo llamado Tórtolas: en una viña perteneciente á los monges, se encuentran cuatro toros famosos por su antigüedad y por las inscripciones que en letras romanas hubo en ellos. Es célebre en los anales de España este lugar, porque en él hubo una venta, en la que fue jurada la reina Isabel como heredera de los Estados de Castilla. Ya se conoce poco su forma (2) por estar gastados y desgranada la piedra berroqueña de que son. Con dificultad se lee alguna letra de las antiguas inscripciones que tenían en el cuerpo; pero en la celda prioral había una explicación de los toros y de los letreros, que debían
- Para escribir esto hice uso de la obra M. S. por no tener noticia de que se imprimió en Salamanca por Andres Renaut año de 1597. Don Nicolas Antonio en su Biblioteca.
- Sr. Ponz, Viage de España, tomo 2º, carta 7ª
estar allí desde muy antiguo. La explicación era: “que en el valle Bastetano deshizo el ejercito y triunfó Cesar de los hijos del gran Pompeyo; y siendo dudosa la victoria, animó Prisco Calecio á Cesar y su ejercito, y se consiguió el triunfo: los hijos de Pompeyo Sexto y Gneo se retiraron llenos de heridas al vecino monte, junto al parage donde ahora está el monasterio; y en celebridad de tan memorable suceso los cesarianos ofrecieron a los dioses un sacrificio, llamado Ecatombe, por el número de cien toros que se ofrecían en él; y por la erección de los toros de piedra que allí se levantaron, quisieron perpetuar la memoria de este suceso. No debemos detenernos á descubrir las muchas inexactitudes que tiene esta relación; pues consta que la última derrota de los hijos de Pompeyo fue en Munda, pueblo de Andalucia, á veinte y cuatro leguas de Málaga, por la parte occidental. Sin embargo, no hay repugnancia en que en estos toros se pusiesen las inscripciones romanas que traen el señor Ponz y Masdeu; porque según parece de ellas pertenecen á diveros tiempos: una de ellas se dedicó á Q. Cecilio Metello, cónsul, que en la guerra de Sertorio venció á los Hertuleyos, capitanes de Sertorio, el año 76 antes de J. C. Las inscripciones según las pone el señor Ponz son cinco:
1ª.- Derrotados en este campo Bastetano los hijos de Pompeyo el Grande, Sexto y Gneo, casi se concluyó la guerra del Cesar y de la patria.
1ª.- Bellum Cæsar et patriæ ex magna parte confectum fuit S. et Gn. M. Pompeii filiis, hic in agro Bastetano profligatis… En Ambrosio de Morales se lee: confectum est: y más abajo: hic in Basttettanorum agro profligatis. Estraña Morales lo que dice la inscripción, de que se acabase la guerra allí en los campos Bastetanos, sabiéndose por Hircio, Dion y Appiano haber tenido fin en la Andalucía, ó la Bética.
2ª.- Longino cuidó de levantar este monumento á su padre Prisco Calecio. En Morales se lee Prisco Cesonio.
2ª.- Longinus Prisco Calecio patri F. C.
3ª.- A Cecilio Metello, cónsul, dos veces vencedor. Falta la Q inicial que pone Morales. Venció en las guerras de Sertorio no en las de Cesar.
3ª.- Cæcilio Metello consuli, II. Victori.
4ª.- El ejercito vencedor destruidos los enemigos.
4ª.- Exercitus victor, hostibus effusis
5ª.- Los pueblos de la Bastetania erigieron esta memoria á L. Portio, porque gobernó muy bien la provincia.
5ª.- L. Portio ob provinciam optime administratam, Bastetani populi F. C. El Conde de Mora dice en las dos últimas inscripciones fusis por effusis, y Batestani por Bastetani.
- Sr. Ponz, Viage de España, tom. 2º, carta 7ª
Hemos copiado estas inscripciones, que estaban en los toros de Guisando, y en letras romanas, como vió el señor Ponz para dar á conocer que en estos bultos de piedra, que hay en Segovia, pudieron también haberlas puesto los romanos; aunque después de bien reconocido el que hay en la calle Real, no presenta rastro de letras; y si las hubiera tenido el que está empotrado en la pared, lo hubiera dicho el señor Colmenares, según su exactitud y puntualidad. El señor Ponz da á entender que algunos creían que estos bultos eran elefantes de los que dejaron los cartagineses en varias partes de España, á donde llegaban con sus conquistas; pero su figura está indicando que no se quiso en ella grabar la de los elefantes; y cualquiera que los reconozca, como lo hizo el señor Ponz, confesará ;que mas parecen toros que otra cosa 17 Fue muy frecuente poner el toro por tipo en muchas monedas españolas, que trae el P. Maestro Florez en su apreciable colección de Medallas de España; y el mismo aprecio que hicieron los españoles para marcar este animal en las monedas, pudo motivar también la formación de estos toros en piedras. Es verdad que ellos no lo indican ahora por falta de letras; pero no es fácil concebir que cuando los levantaron los dejarían en la forma que ahora están. Lo regular era que los colocasen en alguna base, ó pedestal, y en él se fijaría la inscripción, que pereció con el transcurso de los siglos, y solo han quedado los bultos, que estaban sobre los pedestales. También se pudo levantar este monumento para celebrar el triunfo de Hércules sobre esta fiera, ó
4ª Exercitus victor, hostibus effusis
5ª L. Portio ob provinciam optime administratam, Bastetani populi F. C. El Conde de Mora dice en las dos ultimas inscripciones fusis por effusis, y Batestani por Bastetani
en memoria de algunos juegos circenses, como ya se ha dicho de los jabalíes, y parece da á entender la inscripción que se ha puesto, hallada en el anfiteatro de Toledo, pues que no hay duda de que estos entretenimientos y espectáculos son muy antiguos, y aun peculiares de la nación española.
18. La religión y culto que introdujeron en España los fenicios, cartagineses y romanos sucesivamente pudo también contribuir á la formación de los toros de piedra. El Apis de los egipcios, en que daban culto á la luna (1), pudo significarse en tales figuras: como también indicar á Júpiter transformado en esta figura para ejecutar el robo de Europa: á cuya falsa deidad se sacrificaba el toro, como una de las víctimas mas escogidas para alcanzar en Roma la salud de la República, y de los emperadores. También se ofrecía á Ceres, divinidad á quien se atribuía el cuidado de la abundancia, y el cultivo, que tanto influyen en la prosperidad de los estados y repúblicas, y la que en gran parte se consigue por el uso del yugo y del arado, que con un trabajo constante, y una docilidad admirable mueve este utilísimo y laborioso animal. Por cuya razón, como dice Cornelio Tácito (2), se levantó en Roma una estatua de bronce á este animal, y se colocó en el Foro Boario, que en el dia se llama Campo Vachino (3). El resultado de tan varias representaciones, como pudieron tener estos toros, es que no se pueden fijar ideas claras acerca de este objeto: solo sabemos que son antiquísimos; que no tienen inscripción ni letras, ni otro indicio alguno por el que se pudiera venir en conocimiento del fin á que se dedicaron; por lo que ignoramos por qué motivo se erigieron, y en qué ocasión. Una sola consecuencia se puede deducir, y es que desde la mas remota antigüedad hubo población en el mismo sitio en que ahora se ve colocada esta ciudad. Merece particular atención una piedra antiquísima de Clunia, de que habla con estension Don Juan Bautista Erro en el cap. 14 del tratado sobre el Alfabeto de la lengua primitiva de España, pág. 153, de la que también trató el erudito señor Lope-rraez en su tomo 2º de la Historia del obispado de Osma. …
- Eusebio Cæsar, lib. 2º, de la Preparacion Evangélica
- Lib. 12, ann. cap. 24
- Véase al P. Florez tomo I de Medallas, sobre una de Calahorra
Página 112-114
…
Lo que aparece mas verosímil en la lápida de Clunia es que las letras son del alfabeto que se usó en España antes de que se adoptase el de los romanos: que en la inscripcion se pone alguna palabra, ó palabras del antiguo idioma español, que se usaba en Clunia, y que estas palabras significarían, ó la acccion que manifiesta la lápida, ó el nombre del valiente que resistía la violencia del toro con su pica y su rodela. También puede inferirse de esta lápida, que la lucha de toros, como observa el señor Erro, es antiquísima é inmemorial en España. Este famoso, espectáculo, que aun se ejercita entre nosotros, con mas destreza tal vez que en la antigüedad, pudo significarse en la lápida, como también en varias monedas antiguas, en que se advierte con frecuencia represendo el toro en acción de acometer, y en los toros de piedra que se hallan en Salamanca, en Avila y en Segovia. Hasta aquí, dice el señor Erro, era opinión común que los romanos habían introducido en España con su dominación estos espectáculos; pero el presente monumento nos convence del “error en que hemos vivido, y de que en España son muy anteriores á los de aquel imperio.” Pliuio dice (lib. 8.°, cap. 45) que el primero que dio este espectáculo en Roma fue Julio Cesar, y atribuye su invención á los de Tesalia. Esta sola noticia nos hace ver que á haber tomado los españoles estos espectáculos de los romanos, las corridas de estas fiestas no podían haberse hecho generales de España hasta algunos años después de la época citada: y siendo por otra parte el presente monumento de la lengua primitiva, escrita en caracteres nacionales, y hallada entre las ruinas de una muralla levantada por los Clunienses para su defensa muchos años antes de la existencia de Julio Cesar, se hace evidente que nuestras corridas de toros no son introducidas por los romanos, sino propias de los españoles, y como tales conservadas únicamente en nuestra nación. En el año pasado de 1804 escribí á un amigo para que me enviase una copia exacta de este antiguo fragmento, “y tuve el desconsuelo de saber que el Cura de uno de aquellos pueblos inmediatos, en cuya casa se depositó, por un reprensible esceso de ignorancia, le habia colocado en el trafuego de su cocina, donde con la violencia de la lumbre, de los golpes y de humo, se habia descorchado la piedra, sin que apenas le quedase figura de lo que habia sido. Paradero bien sensible; pero harto común en muchos monumentos de esta clase. Yo he copiado á la letra el largo pasage del señor Erro para multiplicar los medios de conservar la memoria de este descubrimiento, y las observaciones útiles que de él resultan, y para aplicarlas á los dos bultos de toros que se hallan en Segovia. Si estuviera descubierto, como el que hay en la calle Real, el que está empotrado en la pared de la huerta del convento de PP. Capuchinos, se debería reconocer con toda diligencia, por ver si se encontraban en él algunos caracteres de la escritura primitiva. El señor Colmenares, nuestro historiador, le vio sin duda,, y le reconoció antes de que se colocase en aquella disposición; y es cierto que nada dice de si en él se hallaban letras romanas ó antiguas, Yo no estraño este silencio, porque aunque tenga algunas de las antiguas letras, no estando en el \tiempo de Colmenares tan estendido el conocimiento y estudio de las letras y alfabetos que usaron los antiguos españoles, aunque en él se hallasen algunas de estas letras, parecerían á la vista rayas formadas por casualidad, y sin designio ni objeto alguno. También, como ya se ha insinuado, pudieron estar estas letras en los pedestales ó bases, sobre los cuales se colocaron estos toros en la antigüedad; porque pensar que unas figuras y bultos tan grandes se hicieron solo con el objeto de que estuviesen rodando por las calles, es poco conforme á lo que sucede cuando se erigen monumentos de esta clase. Los dos toros que aun subsisten son sin duda anteriores á la dominación romana, porque en sus formas manifiestan una remotísima antigüedad. El sitio que ocupan, particularmente el de la calle Real, da bien á entender que desde antes de la referida dominación se colocó la población en la eminencia en que ahora está; porque no sería regular levantar estas figuras colosales para ponerlas en un parage tan elevado y peñascoso, como sería el de Segovia antes de formar la población, adonde nadie las viese; sino colocarlas, como es natural, donde las viesen los hombres, y les recordasen algún suceso ó acontecimiento memorable.
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Lámina 5º Parte 2ª Cap. 5º
Número 1º Hercules que existe en el Torreon de Santo Domingo el Real