Noticia sobre las ruinas de Talavera la Vieja

Ignacio Hermosilla y Sandoval

Ignacio Hermosilla y Sandoval. Noticia sobre las ruinas de Talavera la Vieja, leida en la Academia de 2 de julio de 1762. Memorias de la Real Academia de la Historia, Tomo I, 1796, Madrid. Imprenta de Sancha, páginas 345-362

Talavera la vieja es una villa de cien vecinos en la extremidad del arzobispado de Toledo, confinante con los obispados de Plasencia y Avila, diez leguas al poniente de Talavera de la reyna. Pertenece su señorio al conde de Miranda. Por estar esculpidas en la clave de la bóveda gótica de la iglesia parroquial las armas de Zuñiga, y ser la fábrica semejante á las del siglo del señor emperador don Cárlos V, congeturo que es de este tiempo la de la parroquia; que la villa, con otros pueblos que en sus cercanías posee la casa de Miranda, salió de la corono en los primeros años del reynado de los reyes católicos, ó en los últimos del de Enrique IV, quando el duque de Plasencia adquirió tantos pueblos en Extremadura: y que habiendo despues hecho de algunos de estos mayorazgo para segundos, pasaron á la casa de Miranda, segunda notoriamente de la de Béjar, que es el título con que quedó la primogénita de Zúñoga, antes de Plasencia y Arevalo.

Está situada la villa sobre el rio Tajo, al extremo de una hermosa  llanura que se extiende de oriente á poniente poco mas de un quarto de legua desde la ribera Alija hasta el Tajo, que variando muchas veces su curso á dos mil pasos de la población, corre de sudoeste á nordeste, dividiendo la llanura en que está la villa, de los campos que caen al norte y poniente de ella, por los queales vuelve otras muchas veces á variar el rumbo de su curso.

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A cincuenta pasos de la cruz yendo al pueblo han hecho las lluvias un barranco, y para pasar sobre él se ha empedrado con sillares de los arriba expresados un espacio como de ocho varas en quadro: y á fin de que las aguas no las arrastren y para sostener el 

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terreno, se ha llenado parte del mismo barranco con otras muchas y gruesas piedras de varios cortes y figuras, entre las quales hallé el tronco de un verraco de piedra berroqueña, que medido por el lado, como se vé en la estampa Iª let. A, y por la espalda let. B, tiene de largo diez pies: el de un ternero de la misma piedra, de siete pies de largo, figurando en la misma estampa, visto por un lado let. C, y por el lomo let. D: y últimamente el de una ternera de la misma piedra, de poco mas de quatro pies de largo, cuyo lado se vé en la misma estampa let. E.

En la casa de un labrador en una pared de su corral está colocada y bien conservada una cabeza de cerdo, también de piedra berroqueña de admirable escultura, como lo son los troncos del verraco y terneros de que acabo de hablar: y en la dehesa boyal, á poca distancia de la villa al oriente de ella, hallé dos cabezas de ternera de la propia piedra. Servian de mojones para dividir del egido la misma dehesa: están muy destruidas, pero se percibe que no se hicieron para los troncos que estaban en el barranco, ni para otros, prque están hechas de suerte que las bocas miran al cielo, y de los cortes del resto de la piedra se infiere con evidencia que se unian quatro en un solo cuello, formando un grupo, á semejanza de los Janos quadrifrontes que había en Roma y otras partes.

Conseguí con los alcaldes que puestas otras dos grandes piedras donde estaban las dos cabezas, se llevasen estas á las casas de ayuntamiento donde las dexé: y para el mismo fin, aun que con gran trabajo, hice sacar del barranco los troncos del verraco y terneros, bien que por la gran mole y enorme peso de estas piezas no pudieron conducirse. 

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